la belleza del mar y la belleza humana,
marcho plácidamente por una senda plana
adyacente a una vía rápida, de desvelos
que regresan a casa
acelerados y ásperos, dirigidos al celo
de la casa, los vídeos, el descanso, la llana
complacencia adquirida con la comprita enana
de algún preciado, siempre inesperado, anhelo
que embellezca la casa.
Necesitando siempre la belleza del cielo,
la belleza del mar y la belleza humana,
marcho plácidamente por una senda plana
que me conduce a casa.
Hoy no voy a enredarme, con compras ni con vanas
divagaciones métricas, esdrújulas o llanas;
hoy voy, plácidamente, a tu vientre y tu pelo,
la puerta de mi casa.
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