Organizamos la colecta del banco.
Con el dinero, nos dio para comprar el banco y una pequeña
caja.
El banco lo usábamos a discreción, cada quien a su gusto.
Alguien, un día, lo llevó al parque. Enseguida supimos que era su sitio.
Pero el banco decide una mañana que se aburre. Se presenta
en la consulta de la dentista, con intención de ser útil, y se queda allí. “El
siguiente es un niño”, dice el auxiliar a la dentista, “no creo que le
moleste”. Tras la endodoncia, el niño se queda dormido en el banco.
Al despertar, cuenta su sueño: papá le llevaba por un bosque
muy oscuro y luego se montaban en una barca, en medio del lago papá se quitaba
la careta y era un monstruo, que no era papá. El niño ha llorado cuando lo ha
visto aparecer al fin.
¡Menudo el enfado del padre con la dentista! Que cómo
permitía al banco aquel... Y la emprende a porrazos con el banco. Esto ha
provocado una escisión en el grupo.
Se debate ahora si deberíamos amarrarlo al suelo, o amarrarle
a papá las manos, o quitar el torno a la dentista. Hemos quedado para hablarlo,
pero el ambiente contiene sensaciones herméticas y no parece probable que
volvamos a organizar colectas.
Lo más gracioso es que nadie sabe ya qué demonios hacer con la pequeña caja.
Lo más gracioso es que nadie sabe ya qué demonios hacer con la pequeña caja.
Fantástico Ricardo!
ResponderEliminarFeliz 14!!
Nená
Gracias Íntimo, beso y feliz también para ti
ResponderEliminarVale, acepto que no hemos sido presentados y tal vez -sólo tal vez- llamarte Ricardo conlleve mucha cercanía... Pero ¡firmo Nená! No me llames Ïntimo o me obligarás a llamarte ¡Granos!!!!!
EliminarNená
Ok ok, no te pongas así Nená... Me molaba lo de Íntimo, snif. Encantado, sea como sea. Cariños
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