Me marché sin tu beso, mas diré
que me encantó rezar sobre tus labios,
tanto que sonreí como una fuente.
Mientras rezaba, se cayó la bóveda
que me cosía, sin estruendo, casi
como se calla quien acepta el reto
de ceder. Y cedí. Fue cosa fácil.
Otra mañana morderé tu boca.
Tengo dientes. Y tengo vanidad.
Tú no lo puedes ver. Mientras escribo
voy desprendiendo brillantina, luzco
las escamas anónimas de un pez.
Reposan en el fondo las columnas.
El pez hace burbujas en el aire.
Yo boquiabierto ante la libertad.
La libertad de los peces,
ResponderEliminarla sencillez con la que nos enseñan a besar
así como si tal cosa
tal resbaladizos ellos
los versos, los peces, los besos
Gracias Mery.
EliminarMenos mal que existen tus peces en este tiempo de calima rara.
El beso
por cierto una enorme reverencia al pez que fue capaz de creer que tenía pulmones y se convirtió en reptil..
ResponderEliminarPor otro lado, frontera de tus besos serán mañana,(como decia nuestro miguel)... ésos dientes que quieren apretar la presa, ya estamos con los opuestos liados!!!!
Querida Mª José. Gracias...
ResponderEliminarY bueno, digo yo que los opuestos tal vez no sean tan opuestos. Al fin y al cabo, quien besa algo también lo penetra, así como para besar hay que morder a veces. Todas las personas somos raras, rara es la vez que las cosas salen fáciles y entregadas, hay que morder cuando se besa? Quién sabe, también hay que defenderse... Y al fin son todo metáforas, trato de respetar el sentimiento original, emocionalmente también.
Lo gracioso de todo es que a mí no me entusiasman especialmente los peces, de hecho no me termina de convencer la terminación del poema, salió así, como pude/fuicapaz, pero algo no me encaja. Me encantan los nueve primeros versos (bersos diría Mery Malaya, diría también yo, te la recomiendo al reverso), no me terminan de satisfacer los seis restantes... ¿Qué opinas?
Gracias, un beso más