GDX 2

9 de julio de 2012
Quise escribir unas letras sobre Júpiter, pero no sabía si era un dios, un planeta u otra cosa ni llevaba conmigo un smartphone para verificarlo al instante.

En realidad, lo que pasó fue que me acordé del bar. Rizos y Mandil han puesto pizarra a la calle y reparten tizas de colores. Un día fue estupendo. El dibujo de niños y mayores decía en Júpiter tenemos anillos y mujeres de otro planeta sólo necesitas una nave para venir. Hice varias fotos y las he juntado como he sabido. Lo planto aquí para que ustedes puedan verlo.

[Júpiter, GDX colectivo, febrero 2012 ]
Les diré: ahí me di cuenta de que lo primero que necesitaba para escribir mis letras era la nave. Quise hacer un esbozo provisional, a la espera de los detalles más técnicos, pero me fui enredando en otras cosas y al final ni esbozo ni nave ni nada. Les diría que me pasó otra vez, lo de siempre: ese tipo paciente al que le falta paciencia, suficiente para planificar a largo plazo la acción. El tipo lo que necesita de inmediato es llegar a Júpiter. ¡YA! El boquete del ansia se traga sus posibilidades de éxito.

Y al final ni esbozo ni nave ni nada.

El tipo se queda en tierra. No imagina las habitaciones del hotel ni los ojos que velan los sueños de los que duermen... los trajes de las mujeres gaseosas con melenas eléctricas... las operaciones matemáticas... la amabilidad de los recepcionistas cuando le explicaban todas las peculiaridades de vivir aquí. Se dice igual es que los conocía de antes, igual había yo estado aquí.

Se inmiscuye definitivamente en mis letras sobre Júpiter este tipo.

Nota que el tiempo es otra cosa que funciona raro. Aquí. En Júpiter. Lo mejor del tiempo es que va para atrás y adelante a antojo. Tan de recién llegado que no sabe todavía qué está antes qué después de ahora, el tipo se da cuenta. Al principio abusa un poco de este mecanismo. Pero al cabo se acostumbra y ajusta el ritmo de manera adecuada. Un día se excederá en la presión de la palanca (lo sabemos por su ansia repetida), se desplazará a un lugar tan lejano que no podremos verle...

Dejaremos de verle...

Volveremos al principio.

Quise escribir unas letras sobre Júpiter, pero no supe qué quería escribir. Llamé por casualidad al tipo este y le dije oye, tú que has estado en Júpiter, ¿qué me puedes contar? (Yo creía que había logrado ir.) Noté enseguida su silencio. Como un balde. Por eso decidí actuar con discreción. Así que no podré contarles nada, más que lo dicho. No se trata de molestar a nadie. Hay tanto miedo en Júpiter por los conflictos interplanetarios...

Bueno, en realidad tengo permiso para contarles otra cosa. Quizá no tenga mucha importancia. Es que me di cuenta, les diré, así suceden las cosas en GDX. Van y vienen como las buenas ideas de un dios que ha dejado de reinar y está impasible porque no comprende nada. Movimientos cruzados de tiempo, entrecruzados en aspavientos de ansia, temerosos de poder molestar a nadie si se dicen las cosas como son.

Quizá no tenga mucha importancia. Juzguen ustedes mismos por qué.

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