martes, 31 de diciembre de 2013

La colecta

Organizamos la colecta del banco.
Con el dinero, nos dio para comprar el banco y una pequeña caja.
El banco lo usábamos a discreción, cada quien a su gusto. Alguien, un día, lo llevó al parque. Enseguida supimos que era su sitio.
Pero el banco decide una mañana que se aburre. Se presenta en la consulta de la dentista, con intención de ser útil, y se queda allí. “El siguiente es un niño”, dice el auxiliar a la dentista, “no creo que le moleste”. Tras la endodoncia, el niño se queda dormido en el banco.
Al despertar, cuenta su sueño: papá le llevaba por un bosque muy oscuro y luego se montaban en una barca, en medio del lago papá se quitaba la careta y era un monstruo, que no era papá. El niño ha llorado cuando lo ha visto aparecer al fin.
¡Menudo el enfado del padre con la dentista! Que cómo permitía al banco aquel... Y la emprende a porrazos con el banco. Esto ha provocado una escisión en el grupo.
Se debate ahora si deberíamos amarrarlo al suelo, o amarrarle a papá las manos, o quitar el torno a la dentista. Hemos quedado para hablarlo, pero el ambiente contiene sensaciones herméticas y no parece probable que volvamos a organizar colectas.
Lo más gracioso es que nadie sabe ya qué demonios hacer con la pequeña caja.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Cuaderno bajo el brazo

Dije de profesión psicólogo,
de frustración, escritor
– aunque no me creía esto.
Pero la verdad, carecía de pruebas
que refutasen esa hipótesis
y estaba en un ambiente muy científico –,
así que dije de frustración escritor
y continué liberando moscas
ante aquel auditorio de personas en formación,
con ganas, que no habían claudicado
todavía.

Las moscas inevitables
revoloteaban en aquel mundo de ideas
y desovaron toda la mañana
frustrada psicología de soñador y aire:
consejos profesionales,
la teoría de las expectativas,
lo de cuidarse del ego, y su boca,
por la que hablan también
el súper y lo otro.
Me lo pasé muy bien, divertido.
Luego me dejaron solo.

Cuando sus ojos ya no me miraban
me fijé en la araña
que giraba envolviendo
con hilos casi invisibles
aquella habitación llena de tautologías de insecto.
No pude determinar si habrían
adquirido algo útil, conmigo, aquellas personas del futuro.
Probablemente el fukú de estar vivo
sólo puede zafarse en uno.
Araña: dedicado a ti, este poema,
con el cuaderno bajo el brazo.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Guerrero griego

                        en su reencuentro con Lisístrata

Es que a un festín no ha sido acaso
convidado mi mirto?
¡Lo siento cosquillear
de pistilos a corola!
Y tú, Heracles, por qué no miras
bajo mi túnica lo que traigo.
Estás tardando tanto tiempo!
Sé bueno, hazme resplandecer
con tu príapo de mandril.

Heme ahí! Quien ha escuchado
este exhorto en celo. Era yo
simple mortal
de carne blanda.
¿Cómo aventurarme por esa huerta
con tanto cuidado cuidada?
¿Cómo sin ser descubierta mi debilidad
por el ovillo de inteligencia?
Opto por negociar.

Oh! dulce flor
deja por ahora que te deleite
sólo con estas deliciosas naranjas
que traigo colgando del lino,
no quieras agotar
mi fuerza de un solo golpe.
Ven, charlemos
antes de lo que estoy pasando
en esa maldita guerra.

Acariciando las naranjas,
me mira y escucha.
Y yo le digo que no voy
más a luchar en ella,
que me parece bien
que nos hagan vasallos.
Que voy a rendirme de una vez, por Zeus!
Entonces exclama: oh!
y retira las manos.

Quién defenderá
nuestra tierra ahora?
Y si vinieran esos abusadores?
– Yo sabía que haría esto,
mostrarse inerme,
mi amapola del Peloponeso.
Ni me inmuto. –
Le digo yo también
estoy asustado.

Y saco el arma definitiva: lloro.
Ahí me dice de repente en griego antiguo
si soy un capullo, yo, o qué
y me golpea la cabeza.
Esto me devuelve a la realidad
– Heracles se parece
bastante a mí,
pero las mujeres que conozco
no en todas sus partes se parecen a esta. –

Y sigue si haces eso
nuestra relación no tiene futuro,
no sería económicamente rentable,
no te das cuenta?
Y sí, lo he pensado detenidamente.
No es sólo mi problema.
No tengo que solventarlo sólo yo.
Por eso me quedo callado
con el plátano blando, dormido.

[Por si alguien quiere leer Lisístrata, les dejo un enlace:

Lisístrata, Aristófanes]

domingo, 10 de noviembre de 2013

Repartidora de cartas

Sugerí a la repartidora de cartas
quieres pasar a tomar un café,
esa persona no soy yo
no conozco a ninguna Juana
pero sí, la dirección es correcta
¿quieres pasar a tomar un café?

Tenía los brazos pecosos al aire,
una sonrisa seca entre labios carnosos,
me sorprendió que aceptara.
Quizá mejor decir que me dejó sujeto
al propio palo de mi osadía.
Me pasan estas cosas cuando oso.

Dentro en la cocina me comentó
soy nueva en el oficio, la verdad
prefiero las cartas a las comunicaciones
bancarias, pero reparto
pocas últimamente,
a veces las direcciones vienen equivocadas.

Le dije te pareces a mi cuñado
que se imagina en un colegio inglés
de rígida norma, bebiendo de noche
en el cuarto, escribiendo poemas contra
y pintando muros, pintadas groseras,
esta visión romántica nos va a matar, ¿no crees?

Le quité el sostén sólo
del hombro izquierdo.
Mis dedos pasearon por sus pecas diminutas
un instante canicas juguetonas,
se excusó firme tengo que seguir.
Tomé el café solo y con poca azúcar.

Había algo en su voz
ahora ya nadie escribe cartas,
un tópico de hembra acariciadora
que rompió el cuadrado de mi mirada
redonda perdida. Hice las camas
con ese hervor en el bajo vientre

que formaba parte del pasado.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Batania

Ser tan osado como Batania,
hacer pintadas en paredes públicas
y no cortarme nada de decirlo.
Me imagino pintando, a todos lados
mirando... Me pillaba la poli, seguro!

O ser tan bárbaro como
los escritores bárbaros: cagar
cada esquina del papel... es una pena
que no me guste nada esa palabra,
cagar, me huele feo feo,

rato de angustia y pánico. Y tan ser
destensado como Julio,
expuesto al escarnio y la vergüenza,
seguro de mis convicciones...
Ya sé, lo sé, la gente

estaría conmigo,
no tiene por qué darme miedo.
No es que no lo crea, es sólo
que nunca se me ha dado bien,
tenerlo todo tan claro, exclamativo.

Acaso es tu palabra favorita, me han dicho..
puede ser. Disfruto
escuchando el mar de la gente,
la crecida de sus olas que llena
mis orejas de transparente y verde rumor,

acaso también de cieno y caca.
Se está rebelando, la gente, oigo que dice
Batania por ahí. Esto es seguro...
Es el motín del Caine, faltaba, o de la Bounty,
a tantos capitanes convendría

cagarles el bote.
Pero oigo también que dicen
otros qué rebelde y osada es Esperanza
Aguirre... Es paradójico, no me negarán
-¿tan osados como quién?-, lo que absorben

y parecen tantos...
Va a ser que mi problema está en las orejas,
que no se trata de atreverme
a gritar que me quedo en la isla
de Pitcairn, si no de no escuchar a capitanes sin escrúpulos

ni por supuesto a tripulaciones sin oído.

[A Batania me lo encontré en la radio, Cadena Ser, creo que entre la una y las dos, los lunes o los martes -perdonen la imprecisión-, la semana pasada.

http://batania.blogspot.com.es/

Los escritores bárbaros, y Julio Achútegui -que es uno de ellos-, son unos amigos que dicen que hacen cosas que luego no hacen -bueno, quizá en el váter, cuando no les veo, y sólo con quien se lo merece-.

http://losescritoresbarbaros.blogspot.com.es/

http://julioachutegui.blogia.com/

Del otro personaje mentado no les voy a decir nada. No merece la pena por desgracia.

Todos ellos tienen en común una capacidad de gritar superior a la mía, cosa que les agradezco. (Claro está, más a unos que a otra, por si no me salió suficientemente claro -que agradeceré que me lo digan-.)]

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Achútegui el sábado

Las personas felices están
en peligro de extinción.
Están me excluye
del grupo de personas felices.
Es tan
trágico.

Están en peligro de extinción
porque hoy lo están
-felices-
pero mañana podrán
no estarlo 
-felices-
o no estar.
Feliz es
un estado.
Persona no.

Las personas están felices
en peligro de extinción.
Están en un estado
finito
(como cualquier Estado)
de existencia,
felices
porque se sienten únicos.
Yo no.

Yo no porque están me excluye
-como antes-
del grupo de personas felices
o
-como ahora-
del grupo de personas en peligro
o
-como puede que mañana-
del grupo de personas.

Yo soy único.

Este poema tan exclusivo
-paradójicamente
así es-
así me hace.

(Por tanto me hace feliz
y por eso estoy en peligro
de extinción).



[Julio Achútegui es un amigo bárbaro que escribe poemas clásicos y parece gritar en cada verso que no lo sabe, aunque yo sé que sí, que lo sabe de sobra y que le sobra saberlo pese a todo.
A veces sólo necesita un abrazo. A veces sólo necesita que le animen. A veces necesita que esas veces se vuelvan siempres. Para no estar siempre buscando a veces.
Esas palabras fueron suyas -igual que las felices-, yo sólo he adaptado los pronombres. Ahora son de todos y todas porque ha decidido publicar su libro Avizor, de edición propia, dentro de la colección Los escritores bárbaros. En realidad fueron siempre de todos y todas, pero ahora más aún. Yo he sacado de allí las palabras felices, por ejemplo, también.
Las presenta este sábado, junto a otra creadora de textos, de quien no les hablo simplemente porque no la conozco (disculpa, Marisol). Quizá lo hacen para evitar el mencionado peligro de... Es lo suyo.
El caso es que Julio Achútegui me ha dicho que le gustaría que fueran a verles. Como será sábado todo el día, y el ambiente será, seguro, simpático, no lo piensen mucho. Si tienen un rato...


 

viernes, 13 de septiembre de 2013

No se dice en los papeles del psicólogo

Actitudes, inercias, circulares
pasiones sin sitio en los papeles.
O mejor: fuera de sitio. Parecen mares
revueltos, agitando las pieles
de los contrarios.
Y allá manteles sacudidos.
Las sobras, en los bares, de aperitivo.

¿Y después de comer? A los cuarteles
de invierno. Las forman militares
aburridos y en hoteles
de miedo, con pesares
proyectando sombras
rugen, acechan sus encíclicas sin alma,
tanteándonos la calma cada vez.

Cada vez más manteles, más papeles, más enseres...
y más que lo estudiemos no
nos sirven
para encajar el mar.
El mar revuelto que todo lo empalma.
Será un yin yan si queremos. Si no,
no será nada. Un prefacio vacío.

martes, 10 de septiembre de 2013

El mar, la nieve, el sol

Traigo tres pequeñas joyas que un poeta portugués, Eugénio de Andrade, nos deja leer y sentir, en su lengua mejor -no es tan difícil-; les dejo el apoyo por si acaso.




[Las extraigo del libro Oficio de paciencia, editado por Hiperión en edición bilingüe en 1995, el año siguiente a su primera edición portuguesa. Espero que les gusten.]

jueves, 5 de septiembre de 2013

Memorable

Fuime hace cuatro meses
y cuatro días
y un suspiro
memorable que tuve
que lanzar para aguantarlo
el verano: me vino encima como una losa
del muerto que era o que soy
y no pude levantarme
de debajo de mi cuerpo
no de ido pero de marchado
no por desinterés desilusión desánimo ni
por cansancio sí por concentración
de la energía mental en otro asunto:
el asunto infinito:
el asunto sudoroso:
la construcción de una pirámide o la destrucción de un suspiro.

Hace cuatro meses
y cuatro días
y el suspiro
que fuime, pero vuelvo
en este acto con esperanza ninguna
y ganas muchas de vida en lo que de silencio me quede
en la mollera vacía.
Concuriosacontradicción en mis adentros.
Tanto que aguantar tuve para lanzarlo
que como una losa me había venido encima
de la energía mental
y ahora va regresando poco a poco.
Pero no se lo digan a nadie
porque inenarrablemente me confundirían
con otro más energético
peor encajado en un asunto que no existe: la construcción de la pirámide.

Digan si acaso que nunca me fui.
Porque será memorable la destrucción del suspiro.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Pigmalion XXI

Obligado a escoger, entre las imágenes, escojo esta
habitación en que los dioses han conseguido iluminar tu cuerpo,
de loba, de feroces mamas, de mirada animal.
Y si me preguntan

diré que fueron huesudas, tus manos, quienes capturaron mi atención.
Nada de la luz arenosa que arde
en la loma interior de tu muslo.
Ni de la llama de mi voz rozándola, adorándola.
Si me preguntan

les diré que los dedos de tu pie,
flexión genial desde la que salto como si fuera un hombre
mucho más atarzanado,
fueron la horquilla que escogí
para caer aquí, sobre la alfombra.
No que fui devorado
ni que tu undosa cabellera.
No mentaré tus afilados dientes.
Ni que si enfocaba los ojos tan sólo en tu gesto se diría
que amenazabas felina mi integridad diminuta.

Diré que fuimos cachorros
o que tengo rostro de niño.
Que toqué en la puerta del criadero
de tus piernas cercano al monte bajo
tus pechos montaña, y me diste alegría porque te di mi fe.

Y así amenacen con devolverme a tierra.
O con dejar que pase otros siete días más en esta celestial penumbra.
Así me adviertan de mi mal pronóstico.
Fueran cuales fueran las intenciones de los dioses, amada Galatea,
me quedo en esta habitación de ensueño.

Que alguien ose más tarde quitarme lo bailado
por las inmediaciones de tu ombligo,
entre las ondas suaves de tu carne aromática, 
bajo tu vientre mitológico
que cobra vida en esta prisión terrena y frágil.

[Comencé a escribir este poema hace dos o tres domingos, una tarde densa con escalera en penumbra y cielo prodigioso en la ventana. Fue un ejercicio que brotó de pronto, a partir de una foto en la web. Todo lo demás vino luego... Si tienen curiosidad, tecleen rae en google, pinchen imágenes, y vean cuán poco rae cuánta Galatea.]

sábado, 20 de abril de 2013

El beso

Entré al andén
pero el metro no estaba.
Estaba sin embargo el largo beso
que no podía ser sino de amor.

Me lo llevé a los labios
y me quemé las muelas.
El dentista me ha dicho que no hay nada que hacer.

Piensen que todo
sucedió
por llegar tarde
a ese lugar inocente al que no debí acudir.



miércoles, 17 de abril de 2013

Shua

Hoy es miércoles todo el día.
A las 20 horas, en la librería La Central de Callao, en Madrid (calle Postigo de San Martín, número 8), se celebra una lectura homenaje a Ana María Shua, persona que escribe de modo, a mi parecer inicial, recomendable. Si pueden, acérquense.
Les dejo un par de ejemplos:

    La pequeña Analía García

    La pequeña Analía García,
    caminando distraída, sin pensar,
    pisó un chicle por Pampa y la vía
    y ya nunca se pudo despegar.
    Pasaron las horas y los días.
    Sus padres le llevaban de comer.
    Pasaron las semanas y los meses.
    Analía empezaba a crecer.
    Terminó la primaria en calle.
    Las maestras la ayudaban a estudiar.
    Analía era linda y los muchachos
    le decían piropos al pasar.
    Tuvo un novio que allí la visitaba.
    Se casó, pero no se despegaba.
    Pasaron los meses y los años:
    Analía empezaba a envejecer.
    Andaría por los ochenta y pico,
    cuando un nieto fue a verla con su hijo,
    y el bisnieto, simpático, le dijo
    después de mirarla un largo rato:
    "Si querías despegarte, bisabuela,
    ¿por qué no te sacaste los zapatos?"
   
    -----------------------------------------------------

    Para poder dormirme, cuento ovejitas. Las ocho primeras saltan ordenadamente por encima del cerco. Las dos siguientes se atropellan, dándose topetazos. La número once salta más alto de lo debido y baja planeando. A continuación saltan cinco vacas, dos de ellas voladoras. Las sigue un ciervo y después otro. Detrás de los ciervos viene corriendo un lobo. Por un momento la cuenta vuelve a regularizarse: un ciervo, un lobo, un ciervo, un lobo. Una desgracia: el lobo número treinta y dos me descubre por el olfato. Inicio rápidamente la cuenta regresiva. Cuando llegue a uno, ¿logrará despertarme la última oveja?

[El primero de los textos lo he extraído de la web www.imaginaria.com.ar. Si la referencia es correcta, procede del libro de Shua "Las cosas que odio", Buenos Aires, Alfaguara, colección infantil, 1998. Como bien han deducido, es una de las abundantes obras de la autora en poesía "infantil", término un tanto ridículo... bueno, a no ser que por fin hayamos matado del todo al niño o niña que llevamos todos dentro, más o menos adentro.

El segundo texto lo extraigo de latorredebabel.wordpress.com, blog de Juan Zapato, en su entrada de 10 de junio de 2010. Dice Juan que procede del libro de microrrelatos -el otro ámbito en el que más abunda Shua- "La sueñera".

No he leído mucho más de Ana María Shua, pero parece sugerente... ¿no?]

domingo, 14 de abril de 2013

Investigación

Una calva puede ser la pista
de despegue para la avioneta
que tripulada por una mariquita
averigüe por fin por qué somos tan tiempo
que bajamos el hombro casi sin darnos cuenta.

La mariquita toma
notas incomprensibles en su papel continuo,
sólo los sapos saben descifrar
sus anotaciones cuando hay tormenta.

Cuando hay tormenta
la avioneta regresa con dificultad a la pista
de aterrizaje.
La mariquita viene
mareada, los sapos le dan un calmante pero ella
no les da siquiera las gracias.
Va tan absorta en sus cavilaciones
que no le queda tiempo para alzar la vista.

Se mete en el laboratorio y ya no da señales de vida.
Días más tarde notifica
la exploración resultó imprecisa
por turbulencias.
Habrá que recoger de nuevo datos.

domingo, 7 de abril de 2013

La canción del jinete

... cada ser Un universo
cada instante Un mundo
cada renglón Un segundo
cada lugar Un comienzo

cada persona Un profundo
equipaje Sentimientos
siderales y recuerdos
útiles Así Fecundos...

duerme el dinero En su villa
y una "crisis" en las calles
Cada quien tiene su valle
donde se duerme... La vida

va variando Su talle
en función de la valija
Los que conservan La pila
siempre dirigiendo el baile.

Junté las dos aventuras
y es cuando me hallé Perdido
sin saber ser yaMartillo
sin quedarme alguna duda

Por eso algunos Amigos
me dicen que voy En fuga...
son sólo mis herraduras:
no aceptan tal desatino

sigo cantando a la noche
circular Así Fecundo...

martes, 2 de abril de 2013

Pelos en la nariz

Un tío que tenía pelos en la nariz
se miró en el espejo y puso la mente en blanco
para comprender mejor la situación de su imagen.

Cuanto vio,
se le quedó grabado en la retina
pero dado la vuelta, esto es, los pelos
parecían poros huecos y su nariz un túnel
en lugar de la clásica protuberancia que hace temblar a algunas mujeres.
Por allí dentro, de hecho, se topó con más de una.

Llevaban cestos llenos de frutas
y pañuelos en la cabeza anudados con gracia.
Quiso desanudarlos, pero ellas
no se lo permitieron. Quizá fueran productos
de otros amores, no todos legítimos como el amor real
pero algunos igual de serios
y todos igual de lógicos
cuando se miraban con cierta dosis de empatía.

El tío pensó que,
siempre que no se miraran los nudos como roscas
-esto no era fácil-
la cosa resultaba aceptable, así
que dejó de intentarlo.
Cuando pasaba una de aquellas damiselas,
él, simplemente,
se comía toda la fruta posible
y luego se tiraba de los pelos para afuera,
quizá un tanto cansado de tanta oscuridad pero
con la sonrisa escéptica
asomada siempre en el espejo con que miraba.

sábado, 30 de marzo de 2013

Julio 93

Me palpita en espacios
separados y lentos
de los unos los otros.

Como yerta en estancos,
lanza saltos, la vida,
y sólo silba el sueño.

En que se siente el sol
y se siente la nieve,
continuidad está;

y se siente la espera
del mañana, sorpresa,
mientras la vida lanza

saltos.
         Como en etapas
yertas. Traen contenida
nostalgia, las etapas,

lo cual hace posible
adjudicarles notas,
sones, tonadas verdes

o marrones. Se asocian
entre sí como plantas
en la imaginación.

Hay malvas en su cenit
que es el rosa, esperanzas
dormidas, tan azules

como el cobalto oscuro.
Mas no es lugar de miedo;
es sólo que en el salto

uno al tiempo quisiera
pero al tiempo que no:
que esperase los ecos

de su huella, que dieran
otra vez en el blanco.
Memoria de un recuerdo

que palpita.
         Después
vas olvidando cosas
entre los días nuevos.

Cada día más rápidos
los estancos;
el salto duele cada vez menos

miércoles, 27 de marzo de 2013

Flequillo

Todos tenemos pelos en el culo, me dice
a lo que yo le contesto que claro,
lo que importa es que no nos lleguen a la cabeza.
Estoy calva desde hace tanto tiempo...
suspira
su voz enfadada,
yo me digo debo contenerme.
Debes contenerte, me digo
y por eso no le explico que no me refería a eso.
Seguro que de habérselo explicado
se me habría enfadado todavía más.
Me retiro el flequillo de encima de los ojos.
Este gesto mío le hace llorar.

lunes, 18 de marzo de 2013

Farola

Una farola es
para los ojos
un punto allí de luz
en el oscuro.

Sencillamente un asta
unificada o rota en dos mitades
barroca, modernista, indiferente
a todo acontecer.
Sencillamente un punto
una farola es.

Me cuesta imaginar
dentro que tiene cables
y tensión como fiera, que indómita
los devora corriendo.
Sencillamente esto.
Una farola es.

Luego pienso que acaso las farolas
son lámparas de noche a los mendigos
hogares de familias de mosquitos
o apoyo de parejas y de amantes...
No imagino pareja sin amantes
mosquitos sin pareja
mendigos sin farola...

Y entonces me doy cuenta
de algo más: que de un punto
allí de luz para los ojos
salen muchas fantasías a los cables.
Y que tenemos todos una farola dentro.

sábado, 9 de marzo de 2013

Cuatro

En GDX






La paz
es creer
más en el poder
del amor que
en el amoral poder
Cuatro años


¿? ¿?

Padu
Jacques Monod
Azotea 12

¿? ¿? ¿?

viernes, 8 de marzo de 2013

Sentimiento común

 Con moción de pino
hundo el subsuelo árido
calizo de la noche.
 Toco las voces cálidas
de un sentimiento enorme,
común único ser
con moción de aurora.

Ilumina mi vientre
mi columna
en las tardes templadas
y pródigas, cuando emerge
bajo la gente el calor
de un sentimiento intenso,
con emoción de ola.

Mecido en la distancia
azulada hasta el brillo
de un brote. El patio en sombra,
la cocina alicatada,
el beso que se despide
en la parada de autobús.
El sentimiento vivo
repetido tanta
veces, miles, apenas
entre emociones visto.
Como un único ser.

Y en la copa me abro
a la irrupción del gesto.

martes, 26 de febrero de 2013

Gladiador

  Me arrojaron aquí para que solo
lidiara con leones y gladiadores
que son sin duda mucho más fuertes que yo
tienen dientes en los que cabría mi brazo
espadones que bien podrían sajarme por en medio.

Me arrojaron aquí para que solo
mirase la arena polvorienta y buscara
un escondrijo lejos de la sangre
un escondrijo lejos de la sucia pelea.

Me arrojaron aquí. No siento miedo.
Me siento triste de saber que nadie
viene a verme morir sino a mirar
cómo se matan.

Me arrojaron
cubierto sólo por mi piel sensible
esta capa que tiembla solitaria en la noche.

Invisible bajo las estrellas luminosas
y los neones de la feria. Están solo

esperando que aparezca para ponerme
una coraza.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Altolaguirre

Manuel Altolaguirre, poeta de los que el canon ha dado en incluir en la Generación del 27 y designar como "menores", nos dejó esta "Confesión estética":

CONFESIÓN ESTÉTICA (1958)
La poesía, ya sea exterior o profunda, es mi principal fuente de conocimiento. Me enseña el mundo y en ella aprendo a conocerme a mí mismo. Por eso el poeta no tiene nunca nada nuevo que decir. La poesía es reveladora de lo que ya sabemos y olvidamos. Sirve para rescatar el tiempo perdido, para levantar el ánimo, para tener alma completa, y no fugaces momentos de vida. Ella nos libera de lo circunstancial, de lo transitorio. Ella nos hace unánimes, comunicativos. El verdadero poeta nunca es voluntario sino fatal. (No existen los poetas malditos.) La poesía salva no solamente al que la expresa, sino a todos cuantos la leen y recrean. Tiene más espíritu el buen lector que el buen escritor, porque el primero abarca mayores horizontes. Aún no he llegado a ser un buen lector de mi poesía. Aún no he logrado sentir todo lo que espero haber dicho.

[Transcribo literalmente de la edición "El caballo griego. Reflexiones y recuerdos (1927-1958)", publicado por Diario Público en 2010. Pequeñas y muy baratas joyas en libro nos trajo ese diario mientras existió en papel; por fortuna, sigue existiendo en la web, al menos...

Explica la contraportada de El caballo griego que los textos recopilados forman parte de un libro de memorias que Altolaguirre preparaba cuando la muerte lo sorprendió, justo después de su regreso a España tras 20 años de exilio. Yo me topo con esa confesión estética y no puedo menos que suscribirla 100% -aunque me entre buen pudor en sus dos frases finales-.]

martes, 12 de febrero de 2013

Nada

Hoy era lunes todo el día.
La fecha se marcará en los calendarios:
el lunes histórico en que dimite el Papa de la Iglesia Católica,
el portavoz de Dios entre los mortales,
el señalado por San Pedro como depositario de unas llaves inmensas.
Y aunque todos sabemos que estas llaves
hace ya tiempo perdieron su función de llaves,
era difícil que hoy, lunes todo el día, sucediera noticia más
        histórica.
No era de esperar que se acabase el hambre
o las grandes acumulaciones de capital.
Así que, bien mirado, Ratzinger eligió bien el día de su renuncia.
Si hubiera optado por mañana, todo
quizá podría
haber sido tan distinto.

El lunes de la renuncia del Papa
ha sido lunes todo el día.
Yo intentaba escribir unas líneas
que terminaran antes de medianoche
pero ahora amenazan convertirse en el canto inconcluso del lunes de
        la renuncia del Papa.
De ahí que haya cambiado el tiempo de los verbos,
para ajustarlos a la literalidad.
De ahí también que a punto he estado
de perder la vigencia
de calificar de impertinencia
la pregunta que Carles Francino le hace a Monseñor Lombardi en la
        radio el día de la renuncia del Papa
dígame cuándo ha sido la última vez que ha rezado.
Monseñor Lombardi sonríe ante esta pregunta final, qué va a hacer él,
pobre mortal.
Bien sabido es de todos que reza varias veces, todos los días,
no es interpretable que persiga el entrevistador descubrirnos aquí nada
        interesante.
Las personas normales sólo podemos pensar que persigue
insultar al entrevistado en pleno rostro y con impunidad.
La pregunta es impertinente no por maleducada
si no por no pertinente.
He apagado la radio. Simplemente.

Hoy fue el lunes todo el día
de la renuncia del Papa.
La fecha se marcará en los calendarios
y yo quise marcarlos también,
dejar mi pintada en las paredes del mundo:
un ESO A MÍ NO ME INTERESA NADA.
Pensé en hacerlo como en otros blogs.

He visto en otros blogs
que las personas normales escriben frases con mayúsculas.
Las fotografían con sus dispositivos táctiles
y colgarlas es como si otras personas normales pudiésemos tocar
táctilmente sus gritos,
paladear esos gritos helados
de menta con chocolate en la tarde de agosto...
Pero no encuentro frases chulas en mi cabeza que fotografiar.
¿Cómo se reivindica que ya no me mareen más la perdiz?
¿Cómo que dejen de mentirme mortalmente?
Lo más que me salía era eso
eso a mí no me interesa nada.
Sólo un verso, ya ven, y además malo,
que escribió un lunes histórico el Papa Ratzinger desde las ondas de la
        radio en la cocina de mi casa.
Al final me quedé repitiendo la frase para mis adentros,
Eso a mí no me interesa nada.

Mientras, el lunes de la renuncia del Papa se rezagaba al llegar la hora
de acostarse.
Lo acuné como acuno a mi hija bajo el edredón,
estira las piernas y se acovacha cubierta en la oscuridad.
Me ha pedido a última hora que le cante.
Qué mejor bien mirado que una canción de Lenine, esa que explica
        mejor todo
lo que yo podría querer decir el lunes de la renuncia del Papa.
Porque mañana es martes todo el día.
Otra vez un día completo para que sucedan cosas verdaderamente interesantes.

domingo, 10 de febrero de 2013

Crecida

Créanlo o no, pero imaginen que lo crean. Críticamente, pero imagínenlo. Imaginen que han conseguido ustedes que se mueva, y ya lo hace, y hacia aquí se dirige. Viene dando pasos largos. Parece que tiene prisa. Da incluso miedo ver cómo se acerca. Es más grande de lo que habían pensado, ¿verdad?

Cójanlo ahora de la mano, con las manos atráiganlo hacia ustedes como si se tratara de una vasija de arroz, como si tuvieran hambre. Como si hiciera varios días que no han comido. Domínenlo. Conviértanlo en una cinta que serpentea en el aire. Colores verdes y amarillos. A su paso va dejando un paisaje de primavera, flores, espigas, árboles.

Créanlo o no, pero imaginen que la crean. Críticamente, pero imagínenlo. Imaginen que han conseguido ustedes que una mujer de cabellos ondulados y vestido que muestra los hombros se mueva dentro del paisaje. Y ya lo hace. Y hacia aquí se dirige. Viene dando brincos alegres. Parece querer alcanzarnos. Da incluso miedo pero es inevitable. Cuando llegue el olor de su cuello, aprobarán la decisión tomada. Créanlo o no. Aprobarán la decisión tomada.

Deténganse en el olor de su cuello, en su temperatura. Ruborícense al meter allí su nariz, sientan sus mejillas simpatía. Noten las cosquillas que hace su cabello. Y hocen, como los jabalíes buscando bellotas en el suelo de la dehesa, la humedad de la mañana, el calor de la tarde, las sábanas nocturnas. Bajo las sábanas nocturnas, cuando descansen después de todo esto, recuerden que todo empezó imaginándolo.

Imaginando que podían todo.

Que todo se hacía cada vez más grande.

Que amaban a una mujer de cabellos ondulados y vestido que muestra los hombros. No sabrán si fue en el amor o en el vestido en donde vino este dolor rasgado que como un juguete se les ha metido a ustedes dentro del corazón. Pero imagínense también que lo sacan de dentro y consiguen ustedes que se mueva. Es sencillo. Una máquina dentada que da vueltas llevada por el agua. Hasta que el agua vuelve a su curso. Se junta con el agua que sigue su curso.

Y amistosamente pedalean en la tarde con su barca naranja bajo la que nadan peces blancos con aletas azules que a veces muestran su vientre. Y pedalean en la tarde amistosa creciendo sus vientres, plateados reflejos en el agua que crece conforme logran ustedes que se mueva.

Créanlo o no, pero imaginen que crean el agua. Críticamente, imagínenlo. Imaginen que consiguen ustedes que se mueva, que ya lo hace. Y que, como siempre, se dirige hacia aquí. Hacia ustedes. Viene dando pasos largos, alegres brincos, leves. Da miedo ver como se acerca. Es más grande cada vez.

martes, 5 de febrero de 2013

La Car cajada

- para sonrisas bonitas, para sonrisas -

Exhalo la carcajada
enfrente de una tromba de aire
se convierte en grumitos, la carcajada
y se me mete toda para adentro.

Procrea veleidosa, y silabea
la carcajada, dentro de mí.
No entiendo cómo voy a reír
la carcajada, si la puse fuera.

   Ahora parece ridículo
esto de la carcajada,
dos alas rojas a un lado
y en medio una limonada.

Al otro lado estás tú
que me das risa por verte
te guardo una carcajada, niña
tú te lo mereces.

Y me preguntas por qué
pero el por qué es una sombra
y yo no quiero contigo estar
si no me asombras.

   Exhalo una carcajada
al aire, y se vuelve loco.
¡Mírala niña cómo se ríe!
¡Mírala niña con tan poco!

martes, 29 de enero de 2013

Hidratos de carbono

Hay días en que me alimento sólo de tortilla
y otros como berenjena
turgente, como pechos de mujer
salada, carnes magras
tocino, glúteos, mariposas.

Hay días en que me rodean
los gorriones, y otros
en que no soy capaz de reír, de unirme
de abrir los portales, de escuchar el llanto
de los ausentes.

Hay días en que los dioses
me dan el primer verso
y otros en que me niegan todo
el sol, la paz, el agua, las naranjas azules de la tormenta,
incluso su silencio.

Hay días grises.
Hay muchos días grises, carecen
de reflejo alucinado,
del brillo imprescindible en las cosas que pasan.
Y pasa que soy
excesivamente vago y vaga
mente haragán para hablar de todos.
Hacerles memoria.
Darles nombre.

Pero siguiendo el hilo, bastará
con embancarse en un asiento público y mirar
con la parte trasera de los ojos para verlo,
todo no como es si no como será cuando hayan vuelto
los barcos que las chicas se ponen en los pies,
las serpientes que llevan algunos por calzado,
los gestos sorprendentes de los niños que huyen de la infancia,
el miedo que nos da la realidad,
la libertad,
la soledad,
las absurdas ceremonias que oficiamos cada día,
las cápsulas herméticas en que envolvemos nuestros sueños
o las carnes nerviosas de todas las veces que no hacemos el amor.

Y el ingenuo tesón con que seguimos despertándonos por las mañanas
para ver si nos toca comer
berenjena o mujer,
escribir un verso o ahogarnos de miedo y angustia,
temblar en un filo insostenible o llorar, reír
y gozar de emoción.

Bueno... tal vez sea todo mentira
y haya tan sólo días
inciertos
como hidratos de carbono.

martes, 22 de enero de 2013

Panteón

[Ando entretenido en un trabajo sobre César Vallejo, en este su panteón de 31 de octubre de 1937, cinco meses y medio anterior a su muerte. Probablemente agotado, enfermo, devastado por la realidad. No le hagan mucho caso. Deléitense en su intención sónica. Corran después a buscar más textos de este poeta rompedor magnífico que hacía plástico con la lengua. Dilaten sus oídos, amigos, queda poco...] 

                     PANTEÓN

    He visto ayer sonidos generales
mortuoriamente,
puntualmente alejarse,
  cuando oí desprenderse del ocaso
tristemente,
exactamente un arco, un arco iris.

    Vi el tiempo generoso del minuto,

infinitamente
  atado locamente al tiempo grande,
  pues que estaba la hora
suavemente,
  premiosamente henchida de dos horas.

    Dejóse comprender, llamar la tierra

       terrenalmente;
  negóse brutalmente así a mi historia,
  y si vi, que me escuchen, pues, en bloque,
  si toqué esta mecánica, que vean
lentamente,
  despacio, vorazmente, mis tinieblas.

    Y si vi en la lesión de la respuesta,

       claramente,
  la lesión mentalmente de la incógnita,
  si escuché, si pensé en mis ventanillas
  nasales, funerales, temporales,
       fraternalmente,
  piadosamente echadme a los filósofos.

    Mas no más inflexión precipitada

  en canto llano, y no más
  el hueso colorado, el son del alma
       tristemente
  erguida ecuestremente en mi espinazo,
  ya que, en suma, la vida es
       implacablemente,
  imparcialmente horrible, estoy seguro.

[Manejo la muy interesante edición crítica César Vallejo, Obra poética, coordinada por Américo Ferrari y editada en 1988 en la Colección Archivos ALLCA XX.]

martes, 15 de enero de 2013

Juego

                                                                  hasta que el reloj se quede
                                                                  vacío
                                                                  sin nombres.
                                                                  MERY MALAYA, Al reverso

Se cayó el zumo
Obra de Ana Mendieta
Silueta

1973-77 (México)
Por un momento todo
el líquido deshizo
su cauce en la madera.
Por él vino la torta
el coscorrón, el golpe.
La madre, que jugaba
con la máquina loca
tragaperras, lo había
avisado: verás
como lo tiras
te la vas a ganar!
(Y eso que ella ganaba
por un día).
            Así fue,
mas la niña parece
no haber sido sensible
al impacto del líquido: 
en realidad ya no
quería más...
Aquí sigue jugando
nadie sabe ya cuándo
dejará de jugar

lunes, 14 de enero de 2013

Recordar cosas (2)

Me acuerdo de Roma caliente y del tesoro tras la esquina, de la mujer que me regaló romero. Intenso, floreado, algo picante. A buen seguro era romero.

Me acuerdo de la masa de las pizzas, casi un pan. Y de Asís, casi piedra.

Me acuerdo de las ciudades de piedra, del delirio de la piedra. O tal vez del deseo. Me acuerdo de las piedras. Suelen estarse quietas.

Me acuerdo de la piedra que se movió, una vez. La golpeé por accidente y rodó anhelante hasta fracturar la guitarra de un amigo. Habíamos fumado algo. Luego fuimos a nadar. En el fondo del mar reposaban cientos de erizos. El mar era transparente.

Me acuerdo de que me besaste cuando no era transparente. Te sorprendió que rechazara el beso. Luego ya no fuiste transparente tú. Te encontré casualmente hace poco, lo recuerdo de pronto. Ahora sí te habría besado. Ahora sí te habría besado.

Me acuerdo de que anduve hacia una casa cuya habitación conocía, un dolor clavado en el pecho. No me acuerdo del dolor saliendo, hay cosas que no dejan marca. Llovía, era de noche, no supe luego cómo regresé. Los faros de los autos en la retina los recuerdo como si me rasgaran el alma, pero no recuerdo nada más.

Me acuerdo de la terraza del hotel en Tánger, de las carreras por los pasillos, de un conserje gigantesco que insistía, que nos metiéramos en las habitaciones. La luz de la ciudad era amarilla y espesa. Éramos cuatro y se nos pegó un quinto, un tipo extraño que se unió a la fiesta con la soltura de un junco. A primera hora de la mañana hubo cánticos religiosos. Me acuerdo del silencio de las estrellas.

Hay quien nos aseguraría el mundo si pudiera. La impostura anda con el culo fijado en los asientos y el abono adquirido de hace mucho, no parece dispuesta a abandonar la sala. Yo olvidé el deseo de que algo estuviera seguro mientras venía. Ahora la sala me parece abarrotada, no me interesa ser convidado de piedra en ningún evento.

Me acuerdo de que hay tantas estrellas en el cielo que ya no cabe casi ninguna más. Lo sé porque subí hasta las crestas altas. Exánime, anduve por las laderas tanto tiempo que creí que no alcanzaría las mejores vistas. Cuando llegué, quedaba poco hueco para mirar. Pero me pareció que no cabía casi ninguna más.

Si tuviéramos el mundo asegurado, sería inútil que olvidásemos nada. Al día siguiente, estaría todo allí otra vez. Recordar los modos de uso, seguramente, nos permitiría extraer el mejor partido, o todo el gozo. Es justo lo contrario de cuanto nos sucede ahora. Aprendes que la Verdad no existe y quizá por esto nada existe, eternamente. Nuestros recuerdos como fantasía. Sólo hay la certidumbre de que vendrá el azar.

Me acuerdo de que me prometí limpiar mis ojos de legañas cada mañana. Quise dejar en ellas las cosas sin sentido. Pero estoy tardando endiabladamente tanto en comprender el resto que a veces me olvido y salgo a la calle con legañas y todo. Recuerdo los días por los que he caminado así como un velo turbio, con intenso olor.

Floreado, algo picante.
Recuerdo que Roma caliente tiene tras la esquina una mujer que me regaló romero.

lunes, 7 de enero de 2013

Recordar cosas

Me acuerdo de que amanecía muy temprano en Praga y las calles eran frías.

Me acuerdo de apretar el dedo gordo del pie de mi hermano tanto que me hacía daño.

Me acuerdo de que recorrí tres kilómetros, según el cálculo de la distancia entre mi casa y el cole que hacía mi padre, corriendo detrás del coche de la profesora de informática. Ella tenía unos pantalones que me volvían loco, alguna verruga en la cara, una sonrisa de dos partes. Al coche lo había perdido ya tras el primer semáforo. No sé decir si la profesora supo que yo la seguía. Nunca en toda mi vida he vuelto a correr tanto.

Me acuerdo de que papá hizo merluza con patatas, a la gallega, y nos convenció de que su merluza a la gallega era la mejor. Mamá se había ido a casa de los abuelos, unos días. Poco más tarde, me acuerdo de que la cocina estaba en obras. Comíamos gracias a un infernillo de camping, en el que nunca, que recuerde, se nos pasó por la cabeza preparar espaguetis. La cocina había estado fuera, recuerdo que las obras fueron para meterla dentro.

Me acuerdo de la mesa verde, con banco en forma de ele, aprovechando el rincón. Hice varias fiestas con amigos, años después, en las que aquella mesa se convirtió en mesa. Cuando cobraba forma, era tan animada aquella mesa que rápidamente planificábamos los allí reunidos la fiesta siguiente. Ahora reposa, esta mesa, está sin trabajo. En la casa que mis padres, ya mayores ("viejos" les decía, lo recuerdo), se han hecho en el pueblo.

Me acuerdo del verbo hacer, tan útil para tantas cosas, como me acuerdo de respirar a cada rato. Me acuerdo de que todas las lecturas de lingüística no me traen recuerdos que valgan para algo.

Me acuerdo de que vale la pena seguir despierto. Me acuerdo de “Verti, Seguros para Gente despierta”, y me acuerdo de Lenine. Lenine dice “vou certo, de estar no caminho desperto”, pero Verti nos aseguraría si pudiera la vida eterna.

Si fuéramos eternos, sería inútil que nos acordáramos de nada. Seguramente preferiríamos olvidar cosas, para conseguir que la eternidad se tornase menos aburrida, para tener siempre algo que hacer, algo que aprender. Lo contrario nos sucede ahora, porque sabemos que se agota el tiempo. No queremos dejar nada pendiente.

Me acuerdo de que me prometí a mí mismo no tener la cara triste cuando viajo en el metro. Me acuerdo de  haberlo conseguido, pero a veces se me olvida. ¿Cómo era?, me pregunto. Y me acuerdo de que básicamente consistía en sonreír, incluso conscientemente, sonreír. Sonreír.

Me acuerdo de que, cuando sonrío, se forman dos lunas a los lados de mi boca, a veces donde vive la caída del bigote hacia la barba. Me acuerdo de que no me afeito mucho, pero a esto le resto importancia enseguida. Me acuerdo de que cuando me miro en el espejo, las lunas de los lados de mi boca son esas sombrillas con calefactor incorporado que tienen la paciencia de protegernos incluso del frío.

Recuerdo lo temprano que amanecía en Praga.
Y que las calles eran muy frías.

sábado, 5 de enero de 2013

Tierra caliente

Duermo. Mientras duermo, sueño

tus colinas deliciosas
tus líquenes en cucharas
en toboganes tu espliego,
por ellos desciendo suave
mente y mente te devoro

la arena de las rodillas
el esfuerzo de las piernas,
muerdo tus tobillos grávidos
recorro el tendón insólito
solito empeine que avanzo

salto hacia arriba y remato
la función en tu mirada
oscura, robusta, inédita
volcán que dormido sueña.

Sueñas. Mientras sueñas, vibran

mis tensas lajas de piedra
las lianas de mi selva,
de mis costillas las dunas
y está tan fuerte la tierra
en el ecuador salada.

¿Qué es esa fuerza dormida
que me recorre, famélica?
¿Qué me descarga de todo?
Planta atlántica que crece,
fuerza salvaje de hembra.

Todo se queda en silencio.
Y me demoro en el cuello
curva de tu savia nueva.
Despiertas. Que me contienes

no duermas, sigue despierta.