sábado, 30 de junio de 2012

Risa necia

Rieron, al principio, cuando vieron
a un pordiosero en el vagón contiguo.
Querían burlar su suerte con desmanes
con sorry, con excuse me, non parlare...

Mas llegó el individuo sudoroso
alegó perorata y documentos
y la chanza se puso avergonzada
el discurso calaba en los oyentes.

Yo no conozco oficio más indigno
que pedir en los trenes caridades
a cambio de las íntimas desgracias.

Ni he visto nunca burla más infame
que la que se entretiene en el mendigo
sin saber si hace bien o mal su oficio.

domingo, 24 de junio de 2012

Buhonero

Buhonero me dicen
en la ciudad de las palabras blancas.
He roto el saco por el fondo
meto en él recuerdos que no quiero
que se pierden, nadie sabe a dónde
van, ignoro
quién los encontrará.

Cabe la posibilidad
de que sea yo.

Siempre que entro en la ciudad
de las palabras blancas
me dicen buhonero
me preguntan qué traigo.
Yo digo que la misma cosa
y con eso se quedan tranquilos.
Comienzo a sacar
enseres que había olvidado.
Herraduras de ida y vuelta.
Cardos secos en rincones vacíos.
Vasos de cristal.

No me los quiere nadie.
Descubren que el fondo está roto
y los desprecian.

Así que guardo todo.
Todo desaparece.

Voy con mi oficio
de buhonero, me lo pusieron
en la ciudad de las palabras blancas.
Alojo fuera mi carromato
mi fiel perrillo
y la cigüeña, nos acompaña.
Quizá sea ella quien los recoge.
Yo los alejo de las miradas.

Y duermo dentro.
Dentro estoy más tranquilo.

viernes, 22 de junio de 2012

Me marché sin tu beso

Me marché sin tu beso, mas diré
que me encantó rezar sobre tus labios,
tanto que sonreí como una fuente.
Mientras rezaba, se cayó la bóveda
que me cosía, sin estruendo, casi
como se calla quien acepta el reto
de ceder. Y cedí. Fue cosa fácil.
Otra mañana morderé tu boca.
Tengo dientes. Y tengo vanidad.

Tú no lo puedes ver. Mientras escribo
voy desprendiendo brillantina, luzco
las escamas anónimas de un pez.
Reposan en el fondo las columnas.
El pez hace burbujas en el aire.
Yo boquiabierto ante la libertad.

martes, 5 de junio de 2012

Mery Malaya, en diciembre de 2009

Acabo de darme cuenta de que me gusta el frío:
hace sentir(me) más cerca de mi,


hasta me abrazo.

[Vean cómo la nieve crea]

Impresión: blanco

El blanco es un color
que de repente de mis ojos amarillos saca
aristas de porosa piedra
y esponjares de nieve para latir el aire.

El aire lento seca
las calurosas cavidades en donde vuelo
pegado a paredes que mi vida esquemática
reclama para sí.
Es doloroso al corazón
el blanco,
encogido en una baldosa de áspagos
(nenúfares verdes que habitan los líquenes de la memoria)
como escandalosas renuncias en las sienes.

A veces pienso que
de los versos que no he escrito
no se ha perdido nada, sólo máculas
polvorientas que el aire deshará.
Pero la huella vuelve. Cada vez
que subo en la burbuja,
no sé cómo,
y recorro distancias leves a velocidad lenta
impulsado por un motor de ruido
o de rumor, no sé,
con mis pinceles graves por caminos de nieve
con mis pinceles graves estaciones de luz.

Y sé qué del amor.
Sé del silencio.
Sé quizá de la nieve.

[Parece fuera de contexto esta entrada, aunque dicen en GDX que alguna vez ha nevado en junio... yo no lo ví, lo juro, mi nieve es de un diciembre de 2007 y sacó algo de mí que me trae hoy aquí. Por eso, aunque parezca fuera de sitio, no lo duden: no lo está]