martes, 29 de mayo de 2012

Carmen la Canaria

[Juan carlos Mestre 2008, "La Casa Roja", edit. Calambur]
[Maggie O´Farrell 2006, "La extraña desaparición de Esme Lennox", edit. Salamandra]


Carmen la Canaria murió hace pocos meses de forma inesperada:
atragantada por un pedazo de carne mal masticada que se le atravesó en la garganta
        como una zapatilla de odio deshilachado.
Los que la custodiaban dicen fue una muerte plácida.
Mi madre sabe que no.

Carmen la Canaria existe.
No existen Esme Lennox ni tampoco Cavalo Morto.
Este lugar aparece en un poema de Lèdo Ivo que glosa magistralmente Juan Carlos
        Mestre desde su Casa Roja.
A Carmen la Canaria le hubiera gustado conocer a Lèdo Ivo, dice mi madre cuando
        le cuento esto, se hubiera enamorado locamente de Juan Carlos Mestre.

Yo me pregunto cosas cuando pienso: el hilo
de la memoria de mi madre se enreda en la aparición sonora de Cavalo Morto en mis
        días y la voz de Maggie O´Farrell entre mis manos.
Escribo en el blanco de las páginas finales de su libro.
Narra la extraña aparición de Esme Lennox en la vida de su sobrina nieta.
Dejo que me vuelen las palabras: Esme Lennox, negro blanco negro blanco negro
        blanco...

Carmen la Canaria tiene madre las tetas morenas casi al aire
los botones abiertos de la camisa de Carmen pasean por las calles de M.
Hace muchos años de esto: Galerías Preciados, compras a plazo, y mi madre: Carmen,
abróchate un botón de la camisa o dos así no podemos comprar nada no paran

        de mirarte
los hombres, las mujeres, negro blanco negro blanco...
Se me escapa la voz, se desparrama cuando sigo por aquí: me enredo en demandas y
        litigios, demasiado prosaico fue todo, demasiado cerca está...
Vuelvo a lo otro: el grito

de Esme Lennox, toquilla verde vuela como boca
que grita, ese grito
no sale de la boca.
El grito que no sale de la boca.
Esme Lennox abre los ojos en un pasillo blanco
y negro, blanco o negro, blanco o negro, no se te ocurra salirte de aquí le han dicho,
        abre las manos
Esme Lennox como moscas enmudecidas
como pompas de odio,
por qué tenía que ocurrírseme
por qué tenía que ocurrírseme...
Carne de caballo muerto tirado de dos lados: despedazado.
Yo pienso cosas cuando me pregunto: el grito
parece ineludible que se desparrame mi voz.

Recojo ahora el hilo enredado: he leído a Lèdo Ivo.
Sé que los ojos de su cabalo morto no custodian irisaciones del odio
que Esme Lennox y Carmen la Canaria no supieron decir. Sé que mi madre
tiene razón: atravesado en la garganta como una zapatilla. Sé que tiene razón
pero he leído a Lèdo Ivo, y sé
también que no debo temer a los fantasmas. Lo imagino mirando las olas
desde un balcón en Bahía, atento a la llegada de Carmen la Canaria abrazando la mar.
Lo imagino secando sus heridas.

Sólo pido al final de la historia una página en blanco
como si le hiciéramos caso a Mestre cuando dice lo que no dice: Caballo Muerto es un
        lugar
que afortunadamente ya no existe.

[Habría querido tomarle prestadas algunas imágenes poderosas al maestro de ceremonia: los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, dice Juan Carlos Mestre, al igual que los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Al final no he podido, pero háganme caso y léanlo, a él, a Maggie O´Farrell, a Lèdo Ivo...]

martes, 22 de mayo de 2012

Dudosa coda

Voy pensando la vida según pasa,
sin pensarla -a veces me da miedo-
con planificación, premeditada.
La pienso andando, sin compaña, solo,
a ratos con angustia y al momento
mi espíritu se yergue. No sé cómo
se cambia tanto en poco, no sé cómo...

Por eso hablé. Por eso las palabras.
Por eso la expresión. ¡Que no sé cómo
continuar mi vida sin un yerro
con decisiones válidas tan sólo.
La duda, rara vez premeditada,
a mí sin duda me ha otorgado aciertos
y reposo. Veremos lo que pasa
de aquí adelante, ya veremos cómo...

No callaré. Me quedan las palabras.

lunes, 21 de mayo de 2012

Qué de la poesía

de lo que ser quisiera yo para ella
de mis espinos gritos qué de aquello
del sueño de asterisco
de salvas de deseo en mis poemas
Qué de la poesía?

Aturdido
así es de la noche
de heno como vengo
y me noto cansado de la espera
sin haber despertado

traigo la hoja seca
el otoño y un sueño de asterisco
enredando en las sienes de mi pelo

con la pena camino la alegría
como si renovara mi odre
cada día, por eso
resuenan en mi calma melodías
y quisiera alumbrar...                        

                           En mis poemas
encarnecidas salvas de deseo,
en mis espinos gritos de poesía.

lunes, 7 de mayo de 2012

¿Qué es esto?

(El pulpo, 2010, extracto. Autor GDX)
Hoy era viernes por la noche.
Yo estaba pensando en mi blog.
Un amigo me dijo que de alguna manera
los blogs siempre tienen algo de onanismo.
Yo estuve de acuerdo con la palabra:
mi blog es cien por cien onanista.
Mi esperma deambula postizo por la mesa mientras escribo.
No sé si escribo para el mundo.
Mientras escribo ignoro lo que escribo.
Me escribe lo que digo, o lo que no digo:
mi blog no es onanista cien por cien.

Mi amigo creyó que le tomaba el pelo
pero lo cierto es que yo mismo no comprendo para qué
ni por qué hago esto. Qué es esto, me pregunto, cómo empieza.
Empieza en una línea que tengo, que he tenido
quién sabe dónde terminará.
Es como si estuviera pasando algo por dentro,
algo que Murakami pondría con cursiva,
algo que los poetas quizá no se atrevieran a llamar inspiración.
Parece estar mal visto llamar inspiración a la inspiración,
como si estuviera reñida con el esfuerzo.
El esfuerzo es lo que vale, oigo decir,
tanto material no puede ser simplemente denominado algo.
Murakami sabe que sí.
Ushikawa, uno de sus personajes favoritos, también lo sabe.
Y no siempre le depara finales favorables.

A menudo Ushikawa cae en ventoleras de nada.
Como lectores sabíamos que no podía ser de otro modo
y sin embargo a él le pilla por sorpresa,
cae y cae y cae hasta que desaparece.
A mí me gustaría que mi blog llegase a los oídos de cualquiera
y soplase algo.
Me gustaría que cualquiera dijera caramba
y que carambeáramos juntos los dos,
desaparecidos eso sí previo aviso,
eso sí cuando nos toque.
Pero claro, uno no sabe lo que pasa.
Juega y juega y juega. El onanismo produce corrientes eyaculatorias
y entonces explota la voz.
Uno no sabe no puede ni debe contenerla.
Es más que probable que todo lo demás importe poco.

sábado, 5 de mayo de 2012

En mayo... ¿serán ceniza?

José Ángel Valente, allá por 1950 o así, decía cosas


         Cruzo un desierto y su secreta
         desolación sin nombre.
         El corazón
         tiene la sequedad de la piedra
         y los estallidos nocturnos
         de su materia o de su nada.


         Hay una luz remota, sin embargo,
         y sé que no estoy solo;
         aunque después de tanto y tanto no haya
         ni un solo pensamiento
         capaz contra la muerte,
         no estoy solo.


         Toco esta mano al fin que comparte mi vida
         y en ella me confirmo
         y tiento cuanto amo,
         lo levanto hacia el cielo
         y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
         Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
         cuanto se me ha tendido a modo de esperanza. 

que sigo recordando hoy.

[Manejo una versión de la obra poética de José Ángel Valente, Punto cero (1953-1976), editada por Alianza en 1999. Serán ceniza... es el primer poema de su primer libro, "A modo de esperanza", publicado en 1956. Investiguen a este hombre]